El ojo, al ser una estructura cerrada, presenta una presión interna que en condiciones normales oscila entre los 10 y los 20 mm Hg. Esta presión viene dada por la cantidad de líquido (humor acuoso) existente en el interior del ojo. Cuando se produce una mayor cantidad de humor acuoso que la normal o cuando el humor acuoso tiene dificultad para ser drenado fuera del ojo, la presión intraocular se eleva.
La tensión ocular no guarda ninguna relación con la tensión arterial.
La tensión ocular no se eleva por "forzar la vista", ni por trabajar con ordenadores, coser, etc. Tampoco se eleva por situaciones de estrés o de nerviosismo.
Cuando la tensión se eleva por encima de los 22 mm Hg se habla de "hipertensión ocular".
El glaucoma es una enfermedad crónica en la que como consecuencia de una hipertensión ocular sostenida durante muchos años se va lesionando progresivamente el nervio óptico, que es el encargado de recoger la imagen desde el ojo y llevarla hasta el cerebro.
El glaucoma es una enfermedad muy frecuente. De un 2% a un 3% de personas mayores de 40 años lo padecen. Sin embargo, la mayoría de ellas no lo sabe, ya que inicialmente la enfermedad no presenta ningún síntoma.
Sólo cuando la enfermedad se encuentra en una fase muy avanzada se llega a afectar de manera seria la visión del paciente. Esta forma de glaucoma es la que se conoce como glaucoma crónico o de ángulo abierto, y es, con diferencia, la más frecuente.
No obstante, existen otras formas de glaucoma más raras:
El mejor tratamiento pasa por un diagnóstico lo más precoz posible.
En la consulta, el oftalmólogo mide la presión intraocular mediante un aparato denominado tonómetro. Además, examina el fondo de ojo del paciente para comprobar el estado en el que se encuentra el nervio óptico.
En los casos en los que existe una sospecha de enfermedad inicial se realiza una prueba más precisa denominada campimetría computarizada.
A partir de los 40 años es necesario realizarse controles oftalmológicos de forma periódica para descartar la posibilidad de tener dicha enfermedad ocular.
Detectar el glaucoma en sus primeras etapas puede evitar la pérdida irreversible de visión, por lo que es muy importante prevenirlo.
En la actualidad, el glaucoma diagnosticado de manera precoz y con un adecuado tratamiento no tiene por qué traer consigo un deterioro visual.
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